Jean Piaget hace una
diferenciación clara sobre la forma en que se ve expresada y materializada la
autonomía dentro del desarrollo evolutivo de los niños. Esta autonomía se va
formando, transformando y asimilando constantemente desde su nacimiento hasta que
estos puedan alcanzar un razonamiento valorativo, crítico e independiente.
Piaget hace una distinción
entre los dos tipos de moral que denomina como, la moral de la heteronomía y la
moral de la autonomía.
La
Heteronomía:
Es la primera instancia que
se ve presentada por los niños (de forma natural), en ella son dependientes a
los juicios que son hechos por parte de sus padres, familiares, maestros entre
otros y por ello permiten y se regulan en torno a unas imposiciones y
normatividades (sociales, institucionales, comportamentales, etc.) que no
entienden, pero que con la coacción ejercida hacia ellos aceptan y ejecutan las
normas establecidas.
Dentro de la heteronomía no
se presenta un razonamiento previo y constante dentro de la ejecución de las
acciones, por el contrario lo que se realiza es una asimilación de lo que se
considera verdadero, correcto y aceptado por todos en conjunto, por lo tanto lo
que hace el niño es reconocerlo para poder implementarlo, esto principalmente
reforzado por quienes son las figuras de autoridad y legitimidad dentro del
desarrollo y cotidianidad del niño.
La
Autonomía:
Este es un desarrollo continuo
que se va adquiriendo posteriormente dentro de la vida de los niños y que va evolucionando
sobre la heteronomía reinante y originaria de la infancia, se hace un proceso
en el cual se reconocen las normas que están circulando alrededor y se
cuestiona y piensa sobre ellas, aunque pueda que aún las siga será bajo la base
de una reflexión previa en la que pueda pensarse porque estas normas están
construidas y bajo que bases se sustentan, o quizás por el contrario desechar
algunos viejos postulados por no ser válido dentro de su análisis personal.
Las personas están en una
constante búsqueda para adquirir su autonomía, entendida esta como el gobierno
de sí mismo, para dejar de lado el gobierno de si por parte de otros. Esa
autonomía se enmarca entorno a razonar de forma crítica lo establecido y
reflexionar las acciones propias y las de los demás para poder hacer cambios
para el mejoramiento, según la subjetividad expresada y creada en la persona en
ese proceso.